domingo, 12 de agosto de 2012

Un hombre que duerme, de Georges Perec












Novela cumbre de la «Literatura Bartleby», auténtico símbolo generacional, Un hombre que duerme narra la peripecia de un estudiante que decide no levantarse de la cama el día de sus exámenes de Sociología, abandonar sus estudios, romper toda relación con amigos y parientes, y recluirse en sí mismo y en su chambre de bonne, donde todo es gris. Más tarde se dedicará a deambular incansable por París, a ir al cine, a leer los titulares de los periódicos, pero como lo haría un sonámbulo. Para el estudiante todo forma parte de una vaga estrategia encaminada a alejarse de los deseos materiales, de la ambición y de su dependencia de los objetos, los ambientes, los sonidos y aromas de París, la ciudad que lo ha acogido y que lo acabará fagocitando.

Terminé de leerlo el otro día, hacía mucho que lo tenía  en casa esperando su turno, aunque a decir verdad no llevo un orden riguroso a la hora de elegir lecturas, más bien escogo según el estado de ánimo en que me encuentre en esos momentos, el caso es que con pocos días de diferencia he leído este y El pozo, de Onetti, del que un día de estos  también pondré lo que me ha parecido su lectura.

Bien, ahora sigamos con el de hoy, con este hombre que duerme y que está el pobre un poco descolocado y sintiéndose fuera del mundo.

Me ha sorprendido mucho porque lo he leído sin saber de qué iba, no había leído previamente ningún tipo de reseña ni comentario, pero Perec, al que descubrí como a tantos otros autores gracias a Vila Matas, es un autor que siempre me ha interesado muchísimo.

La primera sorpresa  me la he llevado porque imaginaba que se trataba de una novela y no es así, mas bien es un relato escrito en segunda persona. Poco importa, puesto que la historia no deja indiferente, se trata de un chico de veinticinco años al que un buen día le da por…dormir, metafóricamente hablando, opta por dejarse llevar, no hablar ni tratarse con la gente, solo escucha los ruidos que produce su vecino el cual vive en la habitación contigua, aunque jamás le ha visto la cara, ni tienen la más remota idea de cómo es físicamente, aunque claro está imagina mil formas y maneras. Tiempo tiene para eso.

Pasa los días en el interior se buhardilla, durmiendo, observando y pensando, también jugando en solitario a los naipes. Por la noche sale a la calle, pasea y visita cafés, lee Le Monde y relee libros. Alguna vez también va al cine.

Por unos días realiza un viaje a  visitar a sus padres que viven en un pequeño pueblo de montaña, también allí vive recluido en su habitación releyendo libros de aventuras, aquellos aquellos libros que ya leyó durante su niñez.

Ahora que han transcurrido unos días y la lectura ha reposado en mi cabeza, puedo decir que me ha gustado aunque no sé si he comprendido la intención de Perec. Por momentos me he agobiado con la pasividad del protagonista, con ese empeño en “reconocerse", pero...

"Has dejado de hablar y sólo el silenciote ha respondido. Pero estas palabras, estos miles, millones de palabras que se han detenido en tu garganta, las palabras sin continuación, los gritos de alegría, las palabras de amor, las risotadas tontas, ¿cuándo las recuperarás?
Ahora vives en el terror del silencio, pero ¿no eres tú el más silencioso de todos?"

 Una labor de introspección un tanto engorrosa, porque a fin de cuentas creo que no lo consigue y ese dejarse llevar no tiene sentido


Porque dice esto..." has aprendido nada, salvo que la soledad no enseña nada, que la indiferencia no enseña nada: era un engaño, una ilusión fascinante y con trampa. Estabas ahí solo y ahí estaba todo y quería protegerte; que entre el mundo y tú los puentes se suprimieran para siempre. Pero eres tan poca cosa y el mundo es una palabra tan grande…"

Y la alusión  sobre el Bartleby de Melville lo culmina en las últimas páginas cuando habla de…" Hace un tiempo en Nueva York, a algunos centenares de metros de los malecones donde baten las últimas olas del Atlántico, un hombre se dejó morir. Trabajaba como escribiente para un jurista. Escondido tras un biombo, permanecía sentado en su escritorio y nunca se movía…."

El Bartleby de Melville recuerdo que me inspiró mucha ternura y tristeza con su "preferiría no hacerlo", pero el protagonista del libro me ha parecido un tipo insoportable.

Conclusión, es un placer leer a Perec aunque al principio cueste, o mejor dicho, me ha costado involucrarme en la historia, pero una vez  conseguido ha sido una experiencia muy gratificante.

Literatura de un gran nivel